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viernes, 18 de junio de 2010

La Alegoría del Carruaje

Hoy inauguro una nueva sección en éste blog: "Cuentos y Relatos"
Como no escribo a diario porque los acontecimientos referentes a los pinchazos de hormonas que tiene que ponerse mi hijo no dan para escribir todos los días pues intercalaremos con "Cuentos y relatos" para amenizar la velada.
Aquí les dejo el primero, es uno de mis escritores favoritos.





Un día de octubre, una voz familiar en el teléfono me dice: -Salí a la calle que hay un regalo para vos.
Entusiasmado, salgo a la vereda y me encuentro con el regalo. Es un precioso carruaje estacionado justo, justo frente a la puerta de mi casa. Es de madera de nogal lustrada, tiene herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca, todo muy fino, muy elegante, muy "chic". Abro la portezuela de la cabina y subo. Un gran asiento semicircular forrado en pana bordó y unos visillos de encaje blanco le dan un toque de realeza al cubículo. Me siento y me doy cuenta que todo está diseñado exclusivamente para mí, está calculado el largo de las piernas, el ancho del asiento, la altura del techo... todo es muy cómodo, y no hay lugar para nadie más.
Entonces miro por la ventana y veo "el paisaje": de un lado el frente de mi casa, del otro el frente de la casa de mi vecino... y digo: "¡Qué bárbaro este regalo! "¡Qué bien, qué lindo...!" Y me quedo un rato disfrutando de esa sensación.
Al rato empiezo a aburrirme; lo que se ve por la ventana es siempre lo mismo.
Me pregunto: "¿Cuánto tiempo uno puede ver las mismas cosas?" Y empiezo a convencerme de que el regalo que me hicieron no sirve para nada.
De eso me ando quejando en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice, como adivinándome: -¿No te das cuenta que a este carruaje le falta algo?
Yo pongo cara de qué-le-falta mientras miro las alfombras y los tapizados.
-Le faltan los caballos - me dice antes de que llegue a preguntarle.
Por eso veo siempre lo mismo -pienso-, por eso me parece aburrido.
-Cierto - digo yo.
Entonces voy hasta el corralón de la estación y le ato dos caballos al carruaje. Me subo otra vez y desde adentro les grito:
-¡¡Eaaaaa!!
El paisaje se vuelve maravilloso, extraordinario, cambia permanentemente y eso me sorprende.
Sin embargo, al poco tiempo empiezo a sentir cierta vibración en el carruaje y a ver el comienzo de una rajadura en uno de los laterales.
Son los caballos que me conducen por caminos terribles; agarran todos los pozos, se suben a las veredas, me llevan por barrios peligrosos.
Me doy cuenta que yo no tengo ningún control de nada; los caballos me arrastran a donde ellos quieren. Al principio, ese derrotero era muy lindo, pero al final siento que es muy peligroso.
Comienzo a asustarme y a darme cuenta que esto tampoco sirve.
En ese momento veo a mi vecino que pasa por ahí cerca, en su auto. Lo insulto: -¡Qué me hizo!
Me grita:-¡Te falta el cochero!
-¡Ah! - digo yo.
Con gran dificultad y con su ayuda, sofreno los caballos y decido contratar un cochero. A los pocos días asume funciones. Es un hombre formal y circunspecto con cara de poco humor y mucho conocimiento.
Me parece que ahora sí estoy preparado para disfrutar verdaderamente del regalo que me hicieron. Me subo, me acomodo, asomo la cabeza y le indico al cochero a dónde ir.
Él conduce, él controla la situación, él decide la velocidad adecuada y elige la mejor ruta.
Yo... Yo disfruto el viaje.
"Hemos nacido, salido de nuestra casa y nos hemos encontrado con un regalo: nuestro cuerpo.
A poco de nacer nuestro cuerpo registró un deseo, una necesidad, un requerimiento instintivo, y se movió. Este carruaje no serviría para nada si no tuviera caballos; ellos son los deseos, las necesidades, las pulsiones y los afectos.
Todo va bien durante un tiempo, pero en algún momento empezamos a darnos cuenta que estos deseos nos llegaban por caminos un poco arriesgados y a veces peligrosos, y entonces tenemos necesidad de sofrenarlos. Aquí es donde aparece la figura del cochero: nuestra cabeza, nuestro intelecto, nuestra capacidad de pensar racionalmente.
El cochero sirve para evaluar el camino, la ruta. Pero quienes realmente tiran del carruaje son tus caballos.
No permitas que el cochero los descuide. Tienen que ser alimentados y protegidos, porque... ¿qué harías sin los caballos? ¿Qué sería de vos si fueras solamente cuerpo y cerebro? Si no tuvieras ningún deseo, ¿cómo sería la vida? Sería como la de esa gente que va por el mundo sin contacto con sus emociones, dejando que solamente su cerebro empuje el carruaje. Obviamente tampoco podes descuidar el carruaje, porque tiene que durar todo el proyecto. Y esto implicará reparar, cuidar, afinar lo que sea necesario para su mantenimiento. Si nadie lo cuida, el carruaje se rompe, y si se rompe se acabó el viaje..."
Jorge Bucay

domingo, 13 de junio de 2010

Hola, me llamo Rubén

Bueno llevo tiempo sabiendo que mi madre hace un blog sobre mi y eso, pero la verdad que nunca lo miro, ni se las opiniones que comentan ni nada, así que ya era hora (pienso yo) de que escribiera algo ya que el blog en parte es mio y no se, me parecería mal no escribir. Y bueno, yo soy Rubén, como muchos ya habéis creo que acertado al leer lo anterior, tengo 12 años.
Mi apodo (del niño valiente) la verdad es que me agradó mucho cuando lo leí, porque yo no pensaba que eso fuese ser valiente ni nada parecido (el pincharse diariamente) y pues me agradó que alguien lo valorara, así que en primer lugar, gracias a las personas que me apoyan.

En segundo lugar, el día a día de pincharme es algo ya normal por mi parte como bien dice mi madre algunas veces me duele otras no, pero no suelo rechistar.
Y en tercer lugar no espero nada, es decir no tengo por decirlo así ''ilusión'' de que la maquina me mejore ni nada por el estilo, ya que para mi ya es suficiente con que me hayan aportado esa maquina, esos viales...

Así que bueno ya me despido, la verdad no creo que vuelva a escribir porque no soy una persona que le guste decir lo que hago o dejo de hacer, pero en este caso estoy haciendo una excepción porque valoro vuestros comentarios. Así que muchas gracias por todo ^^.

sábado, 12 de junio de 2010

Aprendiendo a ser padres (2ª parte)

Un nuevo video, "Aprendiendo a ser padres" 2ª parte. Espero que os guste. Es muy interesante.

Nos asustamos



El otro día nos asustamos bastante. Resulta que RU fue a pincharse como cada noche.
Encendió la máquina como siempre y se la colocó en la pierna, en la franja comprendida entre 4 dedos bajo las ingles y 4 dedos por encima de la rodilla. Hasta ahí todo bien.

Apretamos el botón verde como siempre y la maquina hace el ruido de siempre mientras baja la aguja e inyecta el líquido, pero en ese mismo proceso, de repente se pone a pitar como una loca, la luz verde se pone roja y empieza a parpadear hasta que la máquina se para con la aguja dentro de la pierna de RU El niño gritó y yo me asuté. Me quedé inmovil durante un segundo sin saber que hacer...
Así que no quedaba otra que sacar la aguja de la piel tirando de la máquina hacia fuera.
Uf, le dolió bastante y le salió sangre.
Como es lógico no quiso pincharse de nuevo. Así que apagamos la máquina y la guardamos en el frigo hasta el dia siguiente. Esa noche no recibió su dosis de hormonas.

Espero que no nos ocurra más, porque desde ese día siempre nos queda la duda de si volverá a pasar.